Cuando los Beatles se separan, una profunda tristeza invade a todos sus fans. Ya nada volvería a ser como antes; el mundo experimentaría un cambio radical y para peor. Una vez escurridas las primeras lágrimas, las más espontáneas y las más sufridas, quedaba algún consuelo en forma de filosofía barata. Los Beatles no se separaban se multiplicaban. Ahora la magia se distribuía en cuatro cabezas, por lo cual habría más música más a menos. Todos sabíamos que era un consuelo estúpido, ya que los Beatles eran mucho más que la suma de las partes. La realidad no haría otra cosa que confirmarlo. Sin embargo, la disolución nos ofrecía otra posibilidad: la de analizar por separado las partes de una usina musical fascinante. Se entendía que lo maravilloso era ver a la máquina completa, funcionando y produciendo esa música increíble que cambió al mundo de maneras tan sutiles que sus efectos aun siguen reverberando en el eco de los tiempos. Suponemos que en 1970 la idea de Los Beatles encarando tareas solsitas seria tan difícil de asumir como estimulante para imaginar. Pues aquí estamos en pleno 2010 ,y ya hay dos Beatles que no están entre nosotros. Ringo y Paul tienen mas de 60 años, nietos y una historia que ya ha sido contada muchas veces. Pero por más revisionismo snob que se pretenda hacer no ha aparecido un grupo que supere o al menos iguale a Los Beatles en la mayoría de los múltiples ángulos en que se los pueda mensurar. |
6.12.09
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